Manuel Cisneros Pinto nació en la Habana el 7 de septiembre de 1967 abogado,pintor ocasional ,actor secundario,primer cubano y único practicante de acroyoga escritor,bloguero ,vegetariano comedor de pan con lechón ,adicto al congrí ,enfermo a las maquetas de aviones ,acróbata y yogui narra sus vivencias de la vida que le tocó vivir son sus criterios,no son dogmas ,ni libros de autoyuda de los que pululan en las redes sociales y librerías. Reside en Barcelona (España)desde el 2002
viernes, 15 de marzo de 2019
Contra el olvido I
Dicen que recordar es volver a vivir, pero si a eso le
sumamos volver a vivir de una forma tan viva, tantos y
tantos recuerdos que tenemos escondidos en un rincón
muy profundo de nuestro ser, la satisfacción es doble.
De casualidad llego a mí la dirección de esta página y
agradezco mucho que exista una persona como tu, que
nos haga sentir que nuestra infancia, a pesar de
carecer de millones de cosas, fue la más feliz del
mundo. Me haces recordar por ejemplo, los juguetes una
ves al año, pero que semana mas intensa, no la hubiera
cambiado por nada de este mundo, aquella ilusión de
ver las vidrieras llenas de juguetes y escoger el que
deseábamos con toda nuestra fuerza, esperar por el día
que nos tocaba comprar (que en mi caso siempre era de
los últimos) y rezar por que no se hubiera acabado el
que deseábamos, aquellos básicos, no básicos y
dirigidos que para los muchachos siempre era o una
pelota o una caja con 100 bolas. Me acuerdo ahora del
Konny Islan y la montaña rusa grande de madera que
nunca llegué a montar pues no tenia edad para ello y
cuando la tuve, la tumbaron; de la casa de los
espejos, de las galletas de soda con queso crema, que
no se por que razón, siempre comía y de los aparatos
de monedas que estaban a la derecha de la entrada
principal, sobre todo el helicóptero que daba vueltas
como un trompo subiendo y bajando. Me acuerdo también
tenias que aprovechar al máximo la vuelta que te
tocaba pues volver a hacer la cola te podía llevar
medio día, las meriendas en la cafetería Galápago, tan
rico. Me haces recordar aquello que cantábamos en la
escuela, algo así como urrarra, nos vamos pa Tarará…..
, con su famoso fonicular al cual todos le temíamos
antes de montar y que una ves hecho nos dábamos cuenta
de que no era nada del otro mundo, los caramelos
rompequijá en la bodega con un cartucho enorme por 20
centavos, o el gofio o la leche quemada o los
gollejitos de naranja. Tantas cosas que hace tanto
tiempo no recordaba.
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