lunes, 18 de marzo de 2019

Contra el olvido II

En los tiempos en que yo era niño, allá por la década del ´70 del siglo XX, los juguetes solo se vendían en las tiendas cubanas una vez al año. Nada de “Día de los Reyes Magos”. Como Cuba era un Estado socialista y ateo, se había suprimido esa vieja costumbre religiosa y la distribución de los juguetes se hacía en el mes de junio. Existía entonces una cartilla de cupones que te daba derecho a comprar tres juguetes que en el argot comercial se clasificaban como: básico (los mejores), no básico (no tan buenos) y dirigidos (los más corrientes). los turnos para la venta anual de juguetes se repartieron por LA BODEGA Cuentan que en La Habana fueron tantas las llamadas para adquirir un turno que las líneas telefónicas colapsaron. Los llamados “coleros” se dedicaban a llamar por teléfono para conseguir turnos para luego vender. Contra ellos, el gobierno lanzó la campaña ¿Quién mató a ‘Billy’ el colero? En el reconocimiento a los trabajadores que participaron de la gran venta, el tal Billy, de aspecto medio chulampín, con ropa que parece extranjera, como t El Básico, que era el juguete principal o el mejorcito, el No básico, era el juguete con menos importancia en cuanto a calidad o no sé qué, y el Dirigido, no era más que, si acaso, un juego de yakis, una suiza o algo menos que ésos dos mencionados. El derecho a comprar los juguetes para el extinto Día de los Reyes en Cuba llegaba en forma de sorteo. Había varios días en los que tenías la posibilidad de comprarlos, pero cuando te tocara, que podía ser desde el primer día hasta el quinto o sexto. En fin, que el primer día, quizás, pudieras comprar hasta una bicicleta rusa, si es que te tocaba el número uno en la lista, pues solo llegaba una bicicleta por tienda. Luego eran otros tipos de juguetes como son: los bebés, las muñecas, los disfraces de vikingos para los varones, patines, etc. Si te tocaba el segundo día, al menos, podías soñar con algún juguete que valiera la pena, pero a partir del tercero, todo lo que quedaba eran juguetitos que no llenaban la imaginación de ningún niño.
La llegada de los juguetes a las tiendas generaba una ola de entusiasmo y alegría, especialmente en los infantes. Durante varios días se exhibían en las vidrieras despertando todo tipo de ilusiones a los ojos de quienes querían más de tres juguetes, pero el mecanismo era justo y al menos algo tocaba a cada niño (a) de Cuba. Después, se instalaba un bombo con todos los números de tarjetas y se realizaba un sorteo público quedando organizada la cola. En mi pueblo se destinaban tres días a la venta de los juguetes. Lógicamente, los primeros en comprar adquirían los mejores.or fin llegaba el día de la compra. Los alrededores de la tienda amanecían atestados de madres, abuelas y niños. Los precios eran módicos y la mayoría compraba los juguetes para sus hijos, aunque existían madres que no dudaban en vender los cupones de juguetes para otros gastos supuestamente más necesarios. Así ocurría año tras año hasta la llegada del Período Especial en que los juguetes, como otras tantas cosas importantes, se perdieron del panorama nacional. Con la creación de la red de tiendas recaudadoras de divisas (las TRD) los juguetes regresaron al comercio. Ahora podías comprar los que quisieras, siempre que tuvieses presupuesto para eso, porque valían en CUC y eran bien caros, por cierto. Ya todos no podían tener acceso a los mismos. Felizmente se rescató la fecha del “Día de Reyes” pues ahora éramos laicos.

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